Me gustaría despertarme y tenerla siempre a mi lado, aprender a reír como ella hace, a mirar con tanta ternura, y a soñar de manera casi imposible. Me gustaría despertarme y poder ver esa sonrisa, tan de ella, tan bonita. Y poder saborear cada te quiero, cada abrazo y cada beso, cada gesto por muy simple que sea, porque lo único que me importa es que sea de ella. De ella, como esa manera de asumir las cosas, de afrontar todos los miedos, de saber siempre que decir en cada situación. Porque ella solita sabe cómo hacerme reír, hacerme soñar, y hacerme pensar. Pensar que todo vale la pena a su lado, que nada ni nadie importa si es ella la que me acompaña, que todo es mejor si sonríes al mundo, si lo ves todo con buenos ojos. Pero a la que quiero ver con buenos ojos es a ella. Es ella la que quiero que nunca se vaya de mi lado, la que me perdona todo por muy malo que sea, la que sabe llorar y reír al mismo tiempo cuando yo más lo necesito. Muchas veces extraño su risa, sus ojos, su forma de mirarme, de acompañarme y de mimarme. Extraño sus besos, sus abrazos, sus caricias, las que mejor me sientan, las que quiero que siempre estén conmigo. Porque ella es diferente desde el primer momento en que la vi, desde ese 1 de septiembre de 2009, desde que nuestras miradas se juntaron por primera vez. También por ese 20 de octubre de 2010 en el que de verdad me dijo que me quería, que me quería a su lado en lo bueno y en lo malo, en el que todo cambió, en que desde entonces ya nada volvió a ser lo mismo, desde ese momento quería un siempre con ella. Y finalmente desde ese 12 de febrero de 2011, el día más feliz, sí, en el que me prometió un mejor amigas para siempre, el día que me dijo todo lo que sentía, lo que de verdad valía la pena a mi lado. Yo también le dije muchas cosas, y se las quiero volver a repetir todos los días que paso a su lado. Que ella es que la me quiere de verdad, la que nunca se ha ido de mi lado, la que me conoce como una hermana, que me apoya como nadie lo sabe hacer, la que me llama solo para decirme un simple te quiero. Pero ese simple te quiero es demasiado para mí, el que me hace pensar que cada día que pasa quiero estar mucho más cerca de ella, conocerla mucho mejor, averiguar todos sus miedos, y poder protegerla. Protegerla de todo, tenerla entre mis brazos y saber que siempre estará ahí, conmigo. Me gustaría decirle que es lo más importante, pero sé que ella poco se cree, gracias a mí. Gracias a mis gilipolleces, mis cambios de humor y mi orgullo. Muchas veces pienso que todo eso vale la pena, pero yo solo sé perfectamente la respuesta, que si la pierdo a ella, yo también me pierdo. Me pierdo aún lugar donde todo pueda recordarme a ella, tener su perfume, su forma de querer, de reír y de soñar. Perderme en un lugar donde ella siempre esté, donde nunca se valla y donde quiera quedarse. Pero sinceramente me gustaría perderme con ella, en un lugar sin complicaciones, donde solo estemos ella y yo, donde nada importase, donde todo diese igual. Pero eso son solo más que sueños, ahora lo único que me queda es ella, porque cuando todo el mundo se ha ido, ella es la que se ofrece voluntaria a quedarse conmigo, a estar siempre a mi lado, a hacerme feliz. Quiero decirle que ella es mi verdadera y única mejor amiga, a lo mejor me di cuenta tarde, pero me di cuenta. Me he dado cuenta de que la quiero, la quiero como nadie puede imaginar, como solo yo sé hacer. Porque quiero gritarle al mundo entero de quien es ella, de quien es la persona que me hace tan feliz con solo una mirada, de quien es esa persona que me quiere como una mejor amiga, de quien me saca mis mejores sonrisas en mis peores momentos, la que me ha ayudado a olvidar el pasado y saber mirar al presente, de quien es a la persona que yo quiero tanto, de que es la que yo siempre he buscado. Y es esa persona, de la que estoy completamente segura, y de que siempre esteré segura de que es, y será para siempre mí mejor amiga que se llama: INÉS GARCÍA CÁCERES.
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